MATIAS ANGHILERI
Odontólogo - ¿Escritor?
Fin de Año con mi Suegra - (01/13)
Llegaron, finalmente arribaron a mi ciudad natal. Cuando mis suegros bajaron todo del auto no lo podía creer, medio living abarrotado con sus cosas.-¿Cuántos meses se quedan?, pregunté con tono humorístico pero en realidad revelaba un oscuro temor.
A ellos, los acompañaba su última adquisición: un perro mini adorable que, apenas se le acercaba, mi hijo empezaba a pedirme upa mientras lloraba como si lo estuviera amenazando un gran Danés (acto que continuaría las 100 horas restantes de su estadía).Se acomodaron, ubicaron todo, (¡trajeron hasta comida a medio preparar para el Fin de Año!) y empezó la odisea.
Primer Acto: El 30 a la noche, mi suegra, ya empezó a hervir un peceto que inundó toda la casa con un aroma difícil de definir y de eliminar de las glándulas olfativas de mi hijo por el resto de su vida (ahora que lo pienso, quizás esa sea la razón por la cual no comía…)
Segundo Acto: Me levanto el 31 a la mañana y la veo a mi querida suegra con un trapo y 3 cubeteras de hielo en un ojo. “Finalmente se pudrió y, mi suegro, la fajó” pensé. No, hipótesis fallida, era un Orzuelo. -¡Mirá me dice, mirá!, abriéndose el ojo de par en par con sus dedos índice y pulgar. En estos casos, uno no quiere, ni le interesa, mirar las lesiones de otro. No son trofeos de guerra. Aún así me sentí obligado a ver de cerca lo más parecido a una cereza como globo ocular que vi jamás. ¿Qué se supone que tengo que decir ahora? “Está hermoso el orzuelo” o para no parecer condescendiente podría ser: “En cualquier momento se le cae el ojo…”. Opté por observar y hacer una mueca de “no puedo hacer nada por su ojo Silvia, soy odontólogo”. Acto seguido dijo: -¡Necesito ir a una guardia!, -¡Necesito ir a una guardia!, frase que repetía, incansablemente, cada 6 minutos exactos. Finalmente la llevamos, éramos 6 en la sala de espera impacientes por el predecible diagnóstico, hasta que el oftalmólogo la atendió y le dijo: -Nada de qué preocuparse, solo un Orzuelo, paciencia y paños calientes hasta que se desinflame, resumió.
Tercer Acto: Un dato interesante, mis suegros viajarán por Europa y, para estar a tono con el exterior y poder comunicarse, mi suegra comenzará a tomar clases de inglés. -¡La última vez que fui a clases de inglés fue hace 30 años!, me cuenta y para practicar (y enorgullecerse de que aún recuerda algo después de tanto tiempo), cada cosa que hace me la dice en ese idioma y espera mi corrección. Entonces estoy haciendo cualquier otra tarea y escucho: “Now, I go to sleep in the bed”. Levanto la mirada y está esperando mi aprobación.
Cuarto Acto: Almorzamos, se van a dormir la siesta todos menos yo que me quedo con mi hija y mi suegra que seguía cocinando para la fiesta de Año Nuevo, como si fuera la última cena. Emma dormía plácidamente en su hamaca, cosa que no es fácil de lograr con todos los utensilios de mi suegra haciendo magia en la cocina. -¡Bájele un poco el volumen Silvia, que la gorda está dormida! -The baby is in the kitchen, me dice.-Sí, Silvia, está bien dicho, la bebé está en la cocina, pero igual aflójele al ruido. Acto seguido el cuchillo eléctrico cortando el peceto y la multiprocesadora hacían que mi hija abra los ojos como poseída…
Quinto Acto: A la mañana mi amada esposa no tuvo mejor idea que comentarle a su madre que teníamos que llamar al herrero. A partir de ese momento juro que prefería escuchar a mi hijo de 3 años preguntándome por absolutamente todo: “¿pá, que ez ezo?” antes que la dulce voz de mi huésped recordándome cada media hora: “Llamá al herrero, Mati”. “Llamá al herrero, Matí”. Inclusive en el almuerzo estábamos hablando de Barreda cuando de repente se le ocurre deslizar la frase: “Que haya matado a la suegra y a la mujer es comprensible pero, ¿a las hijas?”(¿?). Los ojos se me llenaron de lágrimas de la emoción y hasta dudé si podía ser usado en mi defensa en un futuro juicio…
Sexto Acto: Llega la hora de la siesta y se acuesta, no sin antes decirme: -Please Matías, Call the….., ¿cómo se dice herrero en inglés?...
Séptimo Acto: La tarde era tranquila, hasta que un estruendo me hizo correr un escalofrío por la espalda. A los minutos, vuelvo a escuchar el mismo sonido aterrador…Me acerco sigilosamente a la puerta del lugar donde provenía: el dormitorio donde mis suegros descansaban. Espero unos minutitos: ¡eran los abominables ronquidos de mi suegra! Dudo por los cimientos estructurales de mi casa. Al menos grietas voy a encontrar seguro. En un momento se calla, y dudo si entrar o no… Me preocupo, pero pareciera que simplemente toma más aire y más ímpetu para echarse un ronquido que alcanza la escala 4 de Richter de terremotos. Es cuando golpeo mi cabeza contra la pared para intentar desmayarme y dormir aunque sea un rato….
Octavo Acto: Empiezan los preparativos para la cena de año nuevo. Las duchas, quién primero, quién segundo, que no se apague el termotanque…
Era mi turno, termino de ducharme y noto que, en tanto caos, olvidé agarrar una toalla, le grito a mi mujer -¡Pasame la toalla!… No acuso recibo, me asomo por la puerta del baño, vuelvo a pedir una toalla, nadie me contesta…No me queda más alternativa que ir en paños menores hasta mi habitación. Estaba a medio pasillo cuando noto que la puerta de mi habitación empieza a abrirse y escucho la dulce voz de mi suegra preguntando: -¿Mati vos pediste toalla? Como si Rambo hubiera visto una granada a punto de estallar me tiro al piso hacia adelante y me cubro con lo primero que encuentro, el sapo pepe de mi hijo, rezando porque haya escuchado mis gritos de desesperación. Ella cierra la puerta desesperada pidiendo disculpas: “I´m Sorry, I´m Sorry”.
Noveno y último acto: Llega la cena de Año Nuevo, comemos, disfrutamos. Y la remata con un: -Mati, no es que quiera ser metida, pero….( Absolutamente cualquier cosa que diga después de esa frase implica que se va a meter)-…tu hijo no está comiendo bien. - Lo sé Silvia, lo sé, afirmo con una sonrisa recordando el hervor del peceto del primer día
Finalmente festejamos la llegada del 2013.Y cual acto final de una gran obra, brinda conmigo y me dice: -Yo te quiero aunque seas malo conmigo-. -Yo también suegrita, yo también.
M.I.A.
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