MATIAS ANGHILERI
Odontólogo - ¿Escritor?
Se viene el Verano - (10-12)
Se acerca el Verano y te empezás a desesperar. Súbitamente recordás que vas a tener que mostrarte casi como Dios te trajo al mundo frente a conocidos y desconocidos y eso te aterra. A ver, si sos de los que están corriendo 15 km por día, jugás al tenis, fútbol, básquet y en tus tiempos libres hacés 3 series de 100 de abdominales no hay problema. El tema es para nosotros, los gorditos que han disfrutado cada etapa del año acompañándola con una comida o bebida diferente. Los que solo ejercitamos los bíceps para llevar el tenedor a la boca. Los que nunca le dicen que no a un asado, comida, juntada con pizza y cerveza. No es por la comida, es que uno es sociable, ¿viste? Pero es Octubre… y si el clima no te ayuda a mediados de Diciembre empiezan a limpiar la pileta aquellos que osan tener un abdomen plano. ¿Por qué se desesperan por resfregártelo en la cara? ¿Por qué no habré nacido en una zona polar? Todos cubiertos de ropa, donde engordan para enfrentar al frío. Esquimal tendría que haber sido…
Hay diferentes estrategias para evitar sacarnos la ropa durante la más nefasta estación, aunque el calor asfixiante lo amerite:
• Decís que no te gusta el sol y te ponés a la sombra. “Vení que estamos al borde de la pileta!” Disfruten ustedes mientras yo mastico este perejil para llenarme el estómago respondés lo más convincentemente posible…
• Te dejás la remera con alguna excusa tal como: “El médico me descubrió una mancha y no le puede dar el sol hasta que la examine”. Pero te cubre todo el cuerpo la mancha que te vestís como un Sultán?.
• Aparecés a las 6 y media de la tarde cuando ya se fue el último rayo de luz.
• En décimas de segundo te sacás la remera y te metés al agua. Y no importa si está helada porque es de perforación, te quedás 2 horitas nadando pecho y en cuanto salís se tapa con un toallón hasta los tobillos.
• Apenas llegás te ponés boca abajo para tomar sol, no te levantás en horas y después quedás mitad cuerpo violeta- mitad blanco y por las noches sufrís con el aloe vera a solas. “No, como de parado” dirás en cualquier reunión sin admitir su dolor de quemadura de 3er grado…
Pero el mayor enemigo de nosotros, los robustos, es aquel que apenas llega se pone en cuero. Es como si tuviera una necesidad irrefrenable de sacarse la remera, ¡ni que se estuviera prendiendo fuego che! Esperá que termine de comer al menos!. Te evidencia que estás gordo. Te dan ganas de tocarle la parrilla que tiene en el estómago. “¿Es natural?” querés preguntarle. Está dispuesto de 9 am a 10 pm a sacarse la prenda superior sin ningún tipo de justificativos en cuestión de segundos.
Tu preocupación real comienza con los primeros días de calor dónde vas a buscar al placard la vestimenta de verano y de pronto observás lo que yo llamo: “el cementerio de la negación eterna”. Y me refiero con esto a esa ropa que todo el mundo se compró en algún momento sabiendo que era de talla justa o inclusive, una talla menos, esa que no entra con facilidad, pero te encanta. Y ahí cometés uno de los primeros errores financieros de tu vida: “Me la llevo, si total voy a bajar unos kilos para el verano”. No te mientas. Cuando te mires al espejo a los 2 meses en la soledad de tu casa te vas a sentir un matambre apretado por todos lados. Igualmente sin resignarte lo dejás a un costado del placard. Seguramente el año que viene me entra. Y así te vas mintiendo hasta que decidís regalarlo o meterlo en una caja para no avergonzarte más de vos mismo cada vez que lo encontrás. La primera verdad fundamental que uno tiene que aceptar cuando crece es que el año que viene Siempre vas a estar más gordo que este. Vas a mirar hacia atrás y te vas a retar a vos mismo diciéndote: “Por qué me quejaba? Si no estaba tan gordo antes”. Tengo camisas, remeras, pantalones, pero de toda la ropa de menor tamaño sobresale una malla. Y sucedió hace unos cuantos años ya, cuando en una competencia deportiva en Mar del Plata, creo que jugando al tenis o al paddle decidí pasar antes por las carpas de la playa del evento. 15 de Diciembre vestido de jogging y ropa deportiva. Nos avisan que no se juega. Gorda, pasame la bermuda. “¿Qué bermuda?” La bermuda mía. ¿No la trajiste? Esa pregunta es la que antecede el enojo y los enfrentamientos maritales. Probablemente la razón la tenga el otro. Pero uno siempre tiene que mantenerse firme al grito de “¡te dije que la traigas!” como si uno tuviera 13 años y lo acompañara la madre de uno!. En fin, imposible volver. 42° a la sombra y yo con jogging grueso, sudando hasta las rodillas. Solo un kiosco abierto en esa época del año: “¿Malla tenés?” fue mi pregunta esperando una negativa rotunda. Tengo 2. Olvidate talle, color, textura. Le quedan 2 mallas y del año pasado. Una era para un chico de 14 años flaco. La otra era de prematuro. Elegí la única opción semi-viable: Verde, flores hawaianas y me la cobró como si fuera un Mercedes Benz. Para ponérmela inspiré unas 7 veces seguidas y me la até sin vacilar. Solté el aire suavemente y sentía al elástico suplicar por su vida. Me estaba quedando violeta la cintura, ni hablar de las marcas que quedarían grabadas en mi piel cual tatuaje. Caminé hasta la carpa con inspiraciones cortas y llevando todo el aire al pecho. Me hiperventilé y pensé que me desmayaba. Me quedé paradito toda la tarde (Imposible sentarme sin perder un órgano por compresión externa) ante la cariñosa carcajada de mi mujer. Recuerdos olvidables que le dicen y que junto a otras cuantas humillaciones del pasado uno elige esconder lo más al fondo posible de la memoria y lo dejamos ahí hasta que a algún terapeuta se le ocurra excavar lo suficiente. El siguiente sector del placard es el de modas impresentables. ¿Cómo pudiste ponerte en algún momento de tu vida una camisa con rayas, círculos y colores flúo sin suicidarte al día siguiente? Junto con ella hay otras tantas que ocupan lugar y te resignás a tirarlas porque “todo vuelve, la moda es cíclica”. ¡Quizás en 30 años se use, y probablemente no te entre!. Se la dejo a los chicos…
Seguís con más ímpetu que nunca la dieta y sabés que tenés que empezar con alguna actividad física o deporte por más que te cueste. Y no, el ajedrez no es un deporte…
M.I.A.
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