MATIAS ANGHILERI
Odontólogo - ¿Escritor?
Viaje a Phoenix - (02/2012)
La cuestión es que tenía muy poco tiempo de conexión entre un vuelo y otro, para colmo el avión se atrasó 40 minutos por lo que me quedaban exactamente 55 minutos para bajar del avión, pasar por aduana, retirar equipaje y revisación, redespachar equipaje, la revisación mía y del equipaje de mano y encontrar, en uno de los aeropuertos más grandes de EEUU y del mundo (Dallas-FortWorth) la terminal para llegar.
Apenas aterrizó el avión salí disparado para llegar cuanto antes a aduana y no perder tiempo ahí, aparentemente mi asiento estaba atrás del último bañó, pasando los motores, al lado del ala trasera… a la 3ra fila que quise avanzar de más se me paró un gordo adelante, y cagué, fin de mi “ganada de tiempo”. Aparentemente, y tal como lo dice la Ley de Murphy, la otra fila avanzaba lo más tranquila mientras que en la mía había obesos, discapacitados, ancianas que me pedían ayuda con el equipaje de mano, y todo tipo de piedras en el camino que no me dejaban avanzar.
Salgo corriendo con mi habilidad natural y pensé por mis adentros (mirá que bien que estoy físicamente), aproveché la ilusión óptica para ahorrar el tiempo de la escalera mecánica y usar la manual, de esa manera subiría mucho más rápido y llegaría antes que todos los ilusos que usaban la otra!. Al llegar al final de la escalera me doy cuenta que había 2 mas. Ya la respiración estaba agitada y había borrado de mi mente la idea de un físico privilegiado. Llego a aduana, mas gente que en Taiwán, hago la cola mientras recupero el aliento, y viendo que se consumían los minutos me acerco al de Seguridad y le digo que mi avión salía en 30 minutos. Abrió los ojos como diciendo: “ahora me lo decís indio pelotudo?”. Me hace pasar cual enfermo terminal al grito de: “LLEVO UN BOLUDO QUE NO ME AVISO, LLEVO UN BOLUDO QUE NO ME AVISO…” Me da un cartel amarillo que decía “American Airlines CONNECTION” gigante, el cual me pegué en la frente pensando que me daría algún tipo de ventaja.
Llego a buscar mi valija en una multitud de bolsos negros, yo buscando mi cintita de regalo verde que le puse para identificarla. Saltaba los obstáculos cual maratonista negro, para mí era el Triatlón de mi vida y a pesar de las piernas agarrotadas no iba a detenerme por nada.
Lo agarro, lo paso por revisación, vuelvo a despachar, casi me desvisto para que me revisen nuevamente. Me hicieron sacar las zapatillas y obviamente no tenía tiempo para volver a atarme los cordones, por lo que a partir de ahí empecé a correr cual pingüino Patagónico para no tropezarme y perder los 4 incisivos por esta travesía. Solo faltaban 20 minutos para el despegue, en los monitores decía boarding. Y obviamente estaba en la terminal D y tenía que ir a C37. Lo hice una vez y lo podía volver a hacer, me tenía que tomar el tren para llegar a la estación siguiente. Subo otras escaleras infernales, esta vez corriendo por las mecánicas. Llego arriba, sin habla, y un negro que estaba en la puerta del fucking tren me dice: “NO FUNCIONA”, como mierda es que no funciona un puto tren en los Estados Unidos? Estoy en constitución acaso? Le pregunto cómo llegar a la C37 y me dice: baja, volvé por todo lo que anduviste, llegá a la D40 y hacé el pasaje de terminal caminando… Mi avión sale en 15 minutos, llego? Le pregunté. Solo vi que me miró de arriba abajo y casi con desolación me dice: “lo podés intentar…” Creo que me lo dijo con algo de ironía el hijo de puta. No importa, me encomendé a los dioses Tibetanos, y mientras maldecía por no haber aprendido a respirar con el Shri Shri para mejorar mi condición física empecé a desandar mis pasos. No se por qué pero me perseguía una gorda que hacía lo que yo hacía, probablemente tenía que tomar el avión a Phoenix, quizás no iba a llegar al vuelo pero me cortaba las bolas y me las comía junto con mi orgullo si esa mujer de 130 kg llegaba antes que yo.
Llego a la D40, sigo corriendo y mis rodillas no las siento, me siento Forrest Gump en el medio del desierto, para que carajo traje la computadora y la cámara con lo que pesan en esta mochila de mierda? Maldecía por mis adentros… Primero pedía permiso a la gente, luego solo balbuceaba un inglés inentendible por mi falta de saliva, creo que me comí varias puteadas en varios idiomas, y la gorda hija de puta me seguía a un ritmo envidiable, si me pasa le meto un codazo que va a ver…
Llego a la terminal C, y obviamente estaba en el C1, para que se den una idea entre C1 y C2 hay aproximadamente 1 cuadra…
Ultimo esfuerzo, 37 cuadras en 5 minutos, lo hizo Carl Lewis en el 97, puedo hacerlo yo. Al llegar a C3 de la cintura para abajo no sentía nada, el único esfuerzo que hacía era para no perder el control de los esfínteres… El sudor no me dejaba ver y en eso adelante mío aparece un carro que llevaba gente, iba mas rápido que yo y lo seguía para ver si me llevaba, quizás lo mejor hubiera sido gritarle pero le lengua la tenía pegada al paladar por la sequedad. Me sentía Clint Eastwood escoltando al auto presidencial, porque lo seguía de cerca pero no llegaba al conductor bajo ningún concepto. Mi cuerpo empezaba a abandonarme, sentía ruido y tirones en músculos que ni sabía que tenía. En C7 recuperé el poco orgullo que me quedaba y metí segunda, si tenía que saltar y quedarme agarrado de un barrote y que me arrastren hasta el final de ese pasillo no tenía ningún problema. Increiblemente alcancé a la conductora y mientras le hablaba la turra no frenaba. Por lo que sin aliento, sin saliva, sin rodillas, ni músculos, y corriendo como un demonio le tenía que explicar que el corazón me iba a explotar, que desde los 13 años que no corro más de 3 cuadras seguidas, y que le entregaba mi cuerpo para que me acerque hasta el C30 al menos…
Frenó, no porque me haya entendido, sino porque pensó que me iba a suicidar tirándome al frente del carrito al grito de “FREDOOOOOOOOOOOOOOOOOM”. Lo primero que me dice la conductora es: “por qué no tomaste el tren?” Me limité a sonreírle…
La gente me hablaba en el carrito, no sé en realidad si había mucha gente, pero creo que por el esfuerzo mi cerebro liberaba endorfinas que me hacía ver cosas… Por las dudas solo me dediqué a respirar.
Me baja en el C37 y no había nadie, “lo perdí pienso”, con poco aliento y toda la ropa mojada me acerco al mostrador a preguntarle a la aeromoza, probablemente pensó que me iba a inmolar porque antes de decirle nada me frenó y me dijo, estamos atrasados 25 minutos.
Los milagros existen…
M.I.A.
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